Ayer fui con mi primo al Helmántico, partido UD Salamanca contra Tenerife (Segunda División). Dejemos el resultado al margen (perdimos...).
Siempre que voy al Helmántico, tengo recuerdos. Mogollón de recuerdos y veo pasar delante de mí mi infancia, mi adolescencia:
El primero partido de fútbol en directo que ví: un Salamanca-Murcia (2-2) allá por el año 1983. Con mi padre, en la tribuna del Helmántico, arbitraje nefasto. Y un tipo en la grada que se pasó toda la segunda parte pegado al pobre linier y llamándolo de todo. Desde luego, para ser el primero partido en directo eso me marcó;y sobre todo porque era un criajo de 4 años.
Después volví muchas veces. Siempre la misma rutina. Domingo por la tarde, con la digestión a medio hacer y camino del campo. Caminar un rato largo, caminar, caminar y a fondo el Helmántico y sus torres de luz.
Recuerdo especialmente dos momentos... Salamanca-Celta, año 1995. Fue el primero partido que vi de la Unión en Primera. Y Salamanca-Sevilla Atlético, año 2006: el único ascenso que he vivido en el Helmántico.
Y aunque han sido bastantes partidos y muchas horas pasando frio en ese campo, hay cosas que no cambian. Lo lejos que está el campo, coño, que parece que si se descuidan lo hacen en Zamora. La tortura de caminar por el barro, antes de llegar (señor arcardeeeee, a ver cuando hacemos un paseo en condiciones). Y por supuesto el público, tan exigente y tan impaciente. Cómo me recuedan al público del Bernabeu, en cuanto se fallan dos pases ya hay murmullo y con tres ni te cuento.
En fin, tengo la sensación de haber pasado muchos y buenos ratos en ese campo, que forma ya parte de mí. Y cada vez que lo veo se me alegra el corazón.
